Si hay algo en lo que coincido con esta gran señora, atleta y monja, que lleva en su historia de vida más de 20 campeonatos mundiales de Ironman en Hawai y, más de 340 triatlones, es que por medio del deporte logra armonizar en una sola frecuencia la mente, el cuerpo y el espíritu.
Al verla uno pensaría que es una instructora de gimnasio y no una monja de más de 87 años de edad, sin embargo así es ella también conocida como «Sister Madonna» o «La monja de hierro», ha logrado combinar estos dos mundos y ser parte de ellos de manera muy enriquecedora.
En ninguno de los dos mundos le ha sido fácil llevar su amor, en uno sus hermanas la ven con rareza al usar shorts y licras de ciclismo, en el otro la ven con extrañeza no solo por su avanzada edad sino también por su vocación que le sale por los poros.
Ella ora por lo demás atletas, porta su crucifijo y constante es invitada a hablar ante otros atletas como fuente de inspiración.
Por ella la organización ha tenido que ir abriendo nuevas categorías de edad que la puedan incluir en cada uno de los eventos a los que asiste, ya es un personaje conocido por los otros atletas por todo lo que ella representa, así como por esa gran sonrisa llena de ternura que invade a todos los que la rodean, ella dice que estos atletas que la rodean ya son una familia para ella y a su vez parte de su congregación.

Cada evento lo dedica a una persona con necesidad y lo toma como una transformación espiritual, nunca compite sin tener un gran motivo que la mueva y por su puesto su principal dedicado siempre es el Señor.
Participar en estos eventos no le es sencillo al igual que cualquiera de nosotros ella no maneja un amplio presupuesto para pagar todo lo que gira entorno a este deporte que apasiona.
Es por esto que es normal verla acampando en su tienda en lugares cercanos al evento para evitar pagar un hospedaje. También en varias ocasiones no ha logrado cumplir con los cortes en tiempos, por lo cual la han tenido que retirar del evento, sin embargo esta no es la regla para ella y mucho menos le causa desmotivación.
No han sido pocas las ocasiones en que ha tenido fracturas por caídas en diversas partes de su cuerpo por ejemplo dos en la cadera, otras en codo, hombro, mandíbula, escápula, fémur, que cabe decir es el hueso más fuerte y más grande de nuestro cuerpo.
Cuando le dicen que luce muy bien, su respuesta es, «eso lo dices porque no puedes ver mis cicatrices», esa frase me impacta por que todos las tenemos, algunas emocionales y otras físicas o ambas, pero ellas sanan y puedes seguir tu camino como lo hace esta gran mujer.

Su llamado para ambos mundos fue claro para ella, uno a los catorce años cuando decidió convertirse en monja, por su puesto su familia no la apoyaba en esta decisión tomada a una edad tan temprana, sin embargo ella sí estaba segura de su senda.
El segundo llamado, el del deporte no vino a tan temprana edad pero cuando llegó no pudo detenerse, a los 48 años inició practicando el atletismo, de hecho ha clasificado para la prestigiosa maratón de Boston, ella define la experiencia de correr como un ejercicio espiritual que la hace sentirse completamente libre, a los 52 hizo su primer triatlón y desde ahí no se ha detenido.
Cada carrera según ella dice es como la vida, llena de subidas y bajadas, de problemas que debemos aceptar y enfrentar, cada carrera es una verdadera cápsula de entrenamiento para la vida.
Como dato gracioso, como parte de su entrenamiento, ella corre todos los días a la iglesia.
Real mente esta es la historia de una valiente mujer que rompió con los paradigmas, siguió su corazón, y encontró su misión más alta.

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He escrito estos libros para ti para que logres alcanzar:
CUERPO FUERTE-MENTE FUERTE-ESPÍRITU FUERTE
MENTE FUERTE
ESPÍRITU FUERTE
