Siguiendo con lo acontecido durante la maratón, llegó el momento de completar la tercera vuelta y entró en mi mente la idea de que no quería realizar las últimas vueltas sin compañía, por lo cual me dediqué a identificar participantes que fueran más o menos a mi ritmo para poder finalizar con ellos, pero debía ser un participante que igualmente le faltara la misma distancia que a mí y que a su vez aceptara mi compañía, ya que estas fases son extremadamente psicológicas y en muchos casos los comportamientos primitivos salen a la luz, algunos quieren ir solos, otros hablan solos, otros cantan, otros se caen y no se levantan más, otros paran a vomitar, otros van con cara sonriente, otros parecen personaje de Walking Dead y otros nos repetimos que hay que seguir siempre adelante para cruzar esa meta, fue así como corrí varios metros al lado de varios posibles compañeros o compañeras, creo que fueron alrededor de unas cinco personas con las cuales no congenié por alguna u otra razón, esto fue hasta que llegué al lado de un chico sumamente agradable y que de alguna manera supe que sería mi compañero de carrera, la conversación de primera entrada en español, me dice yo soy de Portugal, ¿cómo te llamas le pregunté? me dijo Nuno, mi mente se activó, curiosamente el portugués era un idioma que venía estudiando desde hacía ya unos 2 años, por lo cual acudí al vocabulario aprendido, fue así como nuestra marcha juntos para cruzar esa meta inició. Nuno me explicó que casi decide no hacer el evento pues había venido con una pubalgia que prácticamente se le había intensificado para la hora de la maratón, también en esto fue compañero Nuno pues el andaba con su pubalgia y yo con la necesidad de ir a cada baño que pasaba pues el sistema digestivo, luego de tantos bananos y albaricoques durante las casi 8 horas de ciclismo y ya casi 3 horas de maratón, habían hecho de las suyas, fue así como decidí que si él paraba yo paraba, si él corría más rápido yo correría más rápido, fue una sociedad escrita por una circunstancia muy especial y muy particular que nos unía, cruzar esa meta y escuchar las palabras: -¨eres un Ironman¨.
Todo el camino conversamos y nos apoyamos uno al otro, ya para los últimos metros decidimos que correríamos al máximo que nos dieran las cansadas piernas para entrar a esa meta con un cierre fenomenal tal y como nos lo merecíamos, fue así como juntos cruzamos la meta, fue muy curioso ya que cualquiera hubiera pensada que éramos parte de un mismo equipo pues nuestros trajes eran de las mismas tonalidades al igual que nuestros zapatos tenis, la alegría fue indescriptible y el lazo creado para siempre, al día me sigo comunicando con Nuno.
En mi próxima publicación les contaré lo que se hace luego de que se cruza esa meta.
Video adjunto. Dale clic al enlace.
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